Juntos somos + parroquia: La catequesis en casa como camino comunitario

Francisco Julián Romero Galván

Delegado de Catequesis de Mérida-Badajoz

Párroco de Olivenza (Badajoz)

La vida humana no se realiza por sí misma. Nuestra vida es una cuestión abierta, un proyecto incompleto, que es preciso seguir realizando. La pregunta fundamental de todo hombre es: ¿cómo se lleva a cabo ese proyecto de realización del hombre?, ¿cómo se aprende el arte de vivir?, ¿cuál es el camino que lleva a la felicidad? Evangelizar quiere decir mostrar ese camino, enseñar el arte de vivir…[1]

La declaración en el pasado marzo del estado de alarma a consecuencia del COVID19 hacía suscitar en la Delegación de catequesis de la diócesis de Mérida-Badajoz la pregunta de cómo acompañar a los catequistas en su tarea de iniciación cristiana en un nuevo tiempo en el que se debía vivir en clausura domiciliaria. La “Iglesia en salida” tenía que dar un salto, en este caso virtual, para sostener y alimentar la fe de los niños, adolescentes, jóvenes y adultos que participan en nuestros itinerarios catequéticos. ¿Cómo hacerlo? Teníamos la certeza de que hay que “evangelizar a tiempo y a destiempo” (2Tim 4,2). Era necesario salir para llevar la luz de la fe a quienes iban a vivir encerrados, y en su encerramiento, buscaban vencer sus miedos, incertidumbres, llenarse de esperanza… La vida como cuestión abierta estaba demandando creatividad y audacia para llevar la alegría del Evangelio a los hogares. Podía ser esta una oportunidad para que la familia diera un salto y se incorporase afectivamente a la comunidad de fe en la que deseaban que participaran sus hijos, y para que los adultos descubrieran en Jesucristo, el Evangelio, el camino en el que aprender el arte de vivir en todo momento y circunstancia.

Nos pusimos manos a la obra. Elaboramos de manera semanal unos materiales oracionales, catequéticos y celebrativos para ser desarrollados, de modo sencillo y posible, en cada uno de los hogares de modo virtual. Intentamos, sobre todo, que la propuesta fuese atractiva para solicitar la atención de los destinatarios con el fin de que la realizasen y pudieran experimentar la fe vivida de manera comunitaria en su Iglesia doméstica. Entre los diferentes materiales destacamos “La aventura del tesoro” que se propuso para todos los días de Semana Santa. Aparecían una oración para cada jornada, el sentido de lo que se celebra, cantos, videos, para vivir en familia… Tenemos certeza de que más de seis mil personas llegaron a asomarse a esta ventana. De igual modo, en la Semana de Pascua, invitamos a las familias a celebrar la resurrección de Cristo por medio de una cena pascual a modo de la que celebraban los judíos, “Restaurante en casa” significó un espacio para el encuentro, la oración y el diálogo en medio de una comida preparada por todos. La vida familiar surgida por el confinamiento estaba siendo un medio original para la transmisión y la vivencia de la fe. Algunos han expresado haber descubierto el acercamiento a Dios de la mano de quienes estaban junto a ellos en su hogar. El Señor se estaba introduciendo en las casas con suavidad, de un modo nuevo. Esas experiencias, aquí puede estar lo más interesante, rompían las barreras de la propia familia para generar una vivencia comunitaria de la fe: todos estaban viviendo lo mismo, eso sí, cada uno en su lugar de clausura. Cuando pedimos que compartieran fotos, símbolos de cada día, según la propuesta, audios…, para hacer un video comunitario que hiciera visible la comunidad parroquial, se despertó una participación masiva que a todos llegó a llamar la atención positivamente. Está consolidando este periodo de coronavirus la vida comunitaria, la vivencia eclesial de que somos familias de fe. Esto que durante tanto tiempo buscamos cómo ponerlo en valor y que no encontrábamos los medios para alcanzarlo. Había sido ahora, en clausura familiar, cuando lo habíamos hecho posible: somos una comunidad viva de fe, de esperanza y caridad, en la que Cristo vive y en la nos alcanza su salvación.

Los catequistas de la parroquia de Olivenza, en Badajoz, de la que soy párroco, quisimos, por la posibilidad que nos concede el wassapp de llegar a cada niño, joven o adulto de nuestros grupos de catequesis, seguir las indicaciones de la Delegación de Catequesis y acompañar personalmente a cada uno de los catequizandos y sus familias. Se hacía llegar a cada familia los materiales catequéticos semanales, se les llamaba por teléfono para ver cómo se encontraban, se les enviaba diariamente un video de pocos minutos que se elaboraba desde la parroquia al hilo del año litúrgico, de los acontecimientos vitales que se iban presentando, del contenido del kerigma… Para recoger lo realizado en cada casa, pedíamos que se expresase, por el medio que cada hogar quisiese, lo que habían vivido durante la semana. El video del domingo recogía lo expresado por todos, pudiendo trabar lazos afectivos y comunitarios. Nuestro lema era: “Juntos somos + parroquia”. La experiencia de los catequistas ha sido maravillosa, y muy estimulante para seguir en su servicio, han valorado la necesidad de una comunidad de referencia para la vivencia de su fe y para la iniciación cristiana de los catequizandos. Curiosamente, algo que no se lograba hacer palpable en el discurrir normal de la vida parroquial, se ha podido alcanzar en circunstancias adversas.

La iniciación cristiana ha seguido un curso diferente del que se tenía programado, pero los catequizandos han podido aprender a ser cristianos desde el testimonio comunitario de la vida eclesial que sin esta situación de confinamiento no hubiera sido posible. El Espíritu sopla donde quiere, lo importante es secundar sus mociones y ponerse a su servicio, con el fin de dar forma de Cristo a los iniciandos y, en nuestro caso, también a sus familias. La alegría del Evangelio ha llegado a todos, en unas ocasiones la semilla ha sido fecunda en el corazón de los catequizandos, en otras lo ha sido para los familiares que se han dejado tocar por el anuncio kerigmático, brotando de nuevo en ellos la fe.

La experiencia eclesial vivida en el tiempo del confinamiento por el coronavirus, tanto desde la Delegación de Catequesis como desde el equipo de catequistas de la parroquia de Olivenza, ha significado un avance en el fortalecimiento de la vida comunitaria desde el anuncio de la Palabra. Quizás lo pueda expresar mejor la palabra de este obispo mártir:

Vivamos unánimes y concordes en santa paz. Seamos perfectos, perseverando en un mismo querer; animándoos los unos a los otros; orando juntos, de manera que, al final de la jornada, arribemos todos al puerto y Nos podamos aplicarnos las palabras del Pastor y obispo de las almas por excelencia: no hemos dejado perecer a ninguno de los fieles que entregasteis a nuestro cuidado y vigilancia[2].

[1]J. Ratzinger, Comienzo de la Conferencia a los catequistas y profesores de religión con motivo del jubileo del año 2000 (10 de diciembre de 2000).

[2] M. E., González Rodríguez, Los doce obispos mártires del siglo XX en España, Edice, Madrid 2011, 158-159 (Testimonio del obispo de Teruel Anselmo Polanco Fontecha).

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