Del 29 de mayo al 3 de junio se ha celebrado en Praga el Congreso del Equipo Europeo de Catequesis, bajo el título “La llamada y sus pedagogías en la Europa contemporánea”. La representación española ha corrido a cargo del director del Secretariado de la Subcomisión de Catequesis de la Conferencia Episcopal Española, el director del Instituto San Pío X de catequética, y el delegado episcopal de catequesis de la Archidiócesis de Madrid. 

¿Se puede evangelizar Europa?La respuesta no es obvia. No se preguntaron los más destacados teólogos expertos en evangelización y catequesis ponentes en Praga si se puede re-evangelizar Europa. Si la reunión hubiese sido en los años 50, cuando se crea el Equipo Europeo de Catequesis, cuando el movimiento catequético, junto al litúrgico y al ecuménico (y otros) propiciaron la renovación del Concilio Vaticano II, habrían utilizado probablemente ese concepto. Pero 70 años después ya pocos quedan de una Europa por re-evangelizar. Para las nuevas generaciones el cristianismo es el gran desconocido, y las cacareadas raíces culturales europeas son para la mayoría de los europeos nacidos en el siglo XXI piezas de museo extrañas de su mundo de referencias. 

El europeo, un hombre sin vocación

El teólogo laico Van Den Bossche, responsable de la catequesis de la Conferencia Episcopal de Bélgica, y presidente del Equipo Europeo de Catequesis, presentó el Congreso (jueves 30 de mayo de 2019) planteando la cuestión de la llamada (en su sentido pre-vocacional, como conciencia del ser humano de ser llamado) en el contexto cultural europeo: la palabra llamada es la más difícil de nuestra cultura. Lo es sin duda para el hombre moderno europeo (incluido el cristiano), porque se trata de un concepto que presupone que ya no soy yo el sujeto cartesiano que está en el origen de todo sentido. 

Es más, el paradigma del hombre moderno europeo es precisamente el de “un hombre sin vocación”. Y eso promueve una visión reductiva del cristianismo, desde fuera pero con gran influencia también entre los mismos cristianos, entendido como cosmovisión (entre otras cosmovisiones) que excluye los conceptos de revelación y de elección, y por consecuencia se promueve una visión de la Iglesia sin conciencia de elección en la que la vocación queda reducida a la distribución de tareas. De hecho, la crisis de las vocaciones es la crisis de la Iglesia misma: la crisis de no reconocerse llamada y elegida.

¿Alguna luz desde el Sínodo de los jóvenes?

El profesor Salvatore Currò, profesor en varias universidades italianas, y consultor en el reciente Sínodo de los jóvenes, valoró que tanto en los trabajos y conclusiones del mismo, como en la Exhortación Apostólica post-sinodal del Papa Francisco Chistus Vivit, además de una lectura teológica de la llamada en relación con los jóvenes, se planteó la importancia de una lectura previa, la antropológica, que parte de la “sana inquietud” vital humana, que ha ser acogida, respetada y acompañada por la Iglesia. Esa inquietud por la que el joven se pregunta para qué cosa ha sido hecho, por qué está en la tierra. Es más, se hace esta pregunta, dice el Papa, desde una óptica oblativa: “Muchas veces en la vida perdemos tiempo preguntándonos: Pero ¿quien soy yo? Y tú puedes preguntarte quien eres y pasar la toda tu vida buscando quien eres. Pero pregúntate: ¿para quien soy yo?” (Chistus vivit, 286). La vocación en este sentido antropológico tiene que ver con el sueño que cada joven lleva en su corazón: “nunca renuncies a tus sueños, nunca entierres definitivamente una vocación, nunca te des por vencido” (Christus vivit, 272).

Para Salvatore Currò la cuestión que subyace aquí es fundamental: “¿No es cierto que Dios llama a todos, incluso antes de que tomen conciencia e incluso si no tienen conciencia de ello? Y, ¿no es quizás cierto que la llamada, antes que nada y para todos, tiene un carácter sensible, afectivo, corpóreo, preconsciente antes que consciente? Si esto fuese cierto, sería necesario sondear la existencia, con una óptica vocacional, desde un punto de vista fenomenológico, es decir a partir de las vivencias y dentro de una perspectiva de fidelidad a uno mismo, o sea, a la llamada, a la provocación, a la invocación que la existencia lleva consigo. Por este camino, la palabra vocación sería verdaderamente para todos. Además, la propuesta de fe, que necesita de un horizonte vocacional, podría ser concebida dentro de la perspectiva de la fidelidad a uno mismo, al deseo que nos habita, justamente a la vocación que nos estructura”.

En el país más descreído

Claro que hablar de todo esto en un país como el checo considerado el país más ateo de Europa (y probablemente del mundo) convierte estos desafíos en urgentes. El profesor Tomas Petrácek se atrevió a hablar de Chequia como el país sin llamada, y trató de responder a la pregunta de por qué la situación de la República Checa es diferente al resto de Europa. Explicó que Chequia es una “zona gris religiosa” en la que incluso el ateísmo marxista inculcado por el régimen soviético ha sido sustituido por un agnosticismo que deja de considerar la pregunta religiosa mientras se interesa por la reencarnación, los extraterrestres, los horóscopos y el zodiaco.

Europa, un continente sin llamada

El teólogo checo monseñor Tomas Halik comenzó su disertación sobre el problema de la llamada en Europa preguntándose: ¿A qué desafíos se enfrentan los cristianos en la Europa de hoy? ¿Poseen las iglesias cristianas la suficiente vitalidad, convicción y poder de sanación para poder ayudar a hacer frente a lo que hoy amenaza a Europa: el auge del populismo? ¿O el dicho Medice, cura te ipsum se aplica a nuestras iglesias? 

Hasta en medio de un país tan descreído como Chequia se puede encontrar en el campus universitario de Praga una parroquia llena de jóvenes todos los domingos por la noche. Lo que algunos consideraron como una euforia temporal después de la caída del comunismo, parece no sólo haber perdurado, sino incluso haber crecido durante los últimos 30 años. Durante estos años más de 2000 jóvenes, en su mayoría universitarios, han recibido los sacramentos de la iniciación y han surgido aquí varias vocaciones sacerdotales y religiosas. Cada dos años muchas personas comienzan el exigente camino hacia el bautismo o la confirmación, la mayoría de ellas habiendo crecido en familias ateas.

Evangelizar no es adoctrinar, sino inculturar

¿Un milagro? Algo extraordinario, pero posible: “Todo esto es posible sólo cuando entendemos que la evangelización no es un adoctrinamiento sino una inculturación. Es posible cuando no libramos guerras culturales con el mundo que nos rodea, sino cuando nos esforzamos por comprender la cultura de nuestro tiempo y las preguntas que se hacen las personas que nos rodean. Es posible cuando no nos esforzamos por ser los dueños de toda la verdad. Reconocemos que no tenemos el monopolio de las respuestas correctas. Es posible cuando presentamos la fe como un camino de búsqueda, no como una ideología. Es posible cuando estamos dispuestos a acompañar a las personas, especialmente a los jóvenes, en su itinerario y convertirnos en buscadores para los que buscan, y en cuestionadores para los que preguntan”. 

Es más, “todo esto es posible cuando tenemos el valor de negar y amortiguar el deseo de respuestas fáciles a preguntas complicadas, el deseo de un mundo en blanco y negro, de certezas inexorables e inquebrantables. Todo esto es posible cuando no ofrecemos certeza, sino el valor para entrar en la nube del misterio y vivir con las preguntas abiertas y las paradojas de la vida”. Y es que, en tiempos de post-verdad conviene recordar que Jesús no contestó a Pilato sobre la pregunta sobre la verdad con palabras. El mismo era la respuesta. La verdad que deja de ser el camino y se aleja de la vida no es real.

¿Crisis o catarsis en el cristianismo europeo?

Ciertamente, nos recuerda monseñor Halik, “la situación actual de la Iglesia en Europa es muy grave. La polarización dentro de la Iglesia se asemeja a la situación anterior a la Reforma, ante el gran cisma del cristianismo occidental. Y la caída de las instituciones eclesiásticas se asemeja a la situación posterior a la Revolución Francesa. Las iglesias, monasterios y seminarios están quedando vacíos, los edificios de la iglesia están siendo cerrados, vendidos y reutilizados”. Pero “culpar de todos los problemas de la Iglesia de hoy al proceso de secularización y ver la secularización como un enemigo externo sería un error. Los representantes de la Iglesia que buscan a un culpable externo -y hablan del devastador tsunami del secularismo– ofrecen un diagnóstico falso. No aprecian lo profundamente entrelazados que están el cristianismo y la secularización, que la secularización es el hijo no deseado del cristianismo y que no sólo representa una crisis peligrosa sino también una catarsis, una crisis como una oportunidad para purificar y profundizar la fe”.

Para el profesor Halik la llamada a «una nueva evangelización» suena casi ridícula e hipócrita si no va precedida y seguida de un deseo honesto de sanar a la Iglesia misma. En un sistemático recorrido por su historia moderna y contemporánea considera que la Iglesia no ha sabido estar a la altura de los desafíos ni de la ilustración moderna del XVIII, ni de la revolución social del XIX, ni de la revolución cultural del siglo XX.

A la búsqueda de los 99 “buscadores”

«Un buen pastor deja 99 ovejas en el aprisco para buscar a la que se ha perdido.» A esto el Papa Francisco añade: hoy el pastor de la Iglesia debe dejar las últimas ovejas que le quedan e ir en busca de las 99  ovejas descarriadas. Y para Halik esta es la situación del cristianismo en la Europa de hoy: “La tarea principal de la Iglesia hoy en día es buscar a esos 99 descarriados. Muchos de los que perdieron la confianza en la Iglesia no se convirtieron en ateos sino en buscadores, se convirtieron en parte de una gran familia de buscadores, los que probablemente representan el mayor segmento de europeos (además de los «ateos» -los que son religiosamente indiferentes). El futuro de la Iglesia depende de su capacidad para comunicarse con los buscadores”, de conectar con sus inquietudes y preguntas, recordando que, como decía el filósofo Martin Heidegger, «cuestionar es la devoción del pensar». 

Oportunidad si, oportunismos no

Tras advertir del peligro de una alianza entre la Iglesia o entre algunos sectores eclesiales con el surgimiento de una demanda de “valores cristianos” por parte de movimientos políticos nacionalistas y populistas en Europa, que no son precisamente los valores del Evangelio, Halik advirtió también de la no menos peligrosa tentación del involucionismo: “El velero del cristianismo tradicional de ayer se está hundiendo y no deberíamos perder tiempo reorganizando las tumbonas del Titanic”. Y a la postre abogó por asumir la “muerte” traída por secularismo y abrirse a la posibilidad de una “resurrección”, es decir, de una novedad: “Para la mayoría de los europeos, Dios ya no es un Dios evidente, sino que se ha convertido en un Dios extraño y desconocido. Me he preguntado si esto no representa una gran oportunidad para el cristianismo que hasta ahora no se ha aprovechado”.

Acompañar la llamada

Con siete pasos arguméntales el profesor de la Facultad de Teología de Praga Ondrej Salvet (viernes 31 de mayo de 2019) explicó las claves pastorales para “acompañar a las personas para que escuchen la llamada y respondan”. Tras compartir la experiencia personal de su vocación a la vida cristiana y al sacerdocio (en la que ya aparecían dos estilos que luego argumentó: el de la provocación humana y el de la escucha orante), abordó el sentido de la vocación en la Biblia. 

Acudiendo al Génesis se pregunta: ¿Por qué Dios creó el universo a través de la llamada a las cosas a existir? ¿Tendrá que ver con el sentido de la creación? “Teológicamente hablando, el sentido del universo es la auto-entrega De Dios. La llamada De Dios es irrevocable porque es una llamada firme de amor”. Así al menos lo entiende el profeta Isaías (42, 5-6). Y este es el mismo sentido de la llamada dirigida a Abraham y al resto de los llamados del Antiguo Testamento. La vocación en el Nuevo Testamento añade una novedad: la vocación es independiente de cualquier estado anterior: no debe ser digno el hombre para ser llamado, sino que es la llamada de Dios la que dignifica al hombre.

Descubrir la libertad y promover la generosidad


En la tradición de la Iglesia se fue perdiendo el sentido original de la llamada, quedando en la práctica reducida a la vocación clerical. Fue en el siglo XVII cuando, en el debate natural/sobrenatural, ganó la tesis de la primacía de la gracia en la llamada De Dios, sin excluir el discernimiento por parte De la Iglesia: la llamada se acoge en un proceso en el que se conjuga el deseo de servir a la iglesia y la llamada interior. La llamada universal a la santidad que se propone en el Concilio Vaticano II (Lumen Gentium, 11, 40-41), parte de una comprensión de la libertad como correspondencia al amor De Dios. En definitiva, a lo primero que Dios llama es a la libertad. Desde ella, en una lucha (no para la supervivencia sino para la integridad) o combate espiritual, aparecen el acompañamiento y el discernimiento. 

La mejor pastoral vocacional es aquella en la que se ayuda a descubrir la libertad y se promueve la generosidad, y al tiempo se da testimonio con la vida y se enseña a rezar. Por último, como enseña el Papa Francisco en Christus Vivit (291) es fundamental la capacidad de escuchar: Porque, “¿cómo podemos descubrir quiénes somos, si no escuchamos? Así que la capacidad de escuchar es vital. Por lo tanto, enseñemos a los jóvenes, y no tan jóvenes, a escuchar a Dios en oración. Escuchémosles y, al comprender sus necesidades y deseos, enseñémosles a ser generosos a la hora de satisfacer los deseos y necesidades de sus vecinos. Y, finalmente, como modelos a seguir, animémosles a alcanzar la libertad a la que Dios los ha estado llamando desde el principio del mundo”.

La parroquia del futuro

En la tarde del viernes 31 de mayo los participantes en el Congreso del Equipo Europeo de Catequesis visitaron una parroquia emblemática de Praga, la parroquia de Santa Teresa de Calcuta, situada en el sur de la ciudad, como foco de evangelización de un conjunto de barrios a partir del barrio de Hajé, con más de ochenta mil vecinos. La parroquia esta diseñada como un lugar de acogida a todos, empezando por la gran mayoría de los “parroquianos” no creyentes (cafetería a la entrada, eventos culturales, talleres para personas mayores, etc…), con un templo que permite con un vía crucis giratorio convertir la capilla en un gran templo (para poder celebrar las dos misas dominicales) y al mismo tiempo mantener un gran salón de actos para el resto de las actividades. 

Miguel, el párroco, explicó a los congresistas la dinámica pastoral de la parroquia que cuenta con voluntarios creyentes y no creyentes dependiendo de las diversas actividades, y cuya actividad catequética principal (con varios grupos) no es la catequesis de niños (el porcentaje del acceso al bautismo, la primera comunión y la confirmación es mínimo), sino el catecumenado de adultos. La parroquia tiene por tanto como primera acción pastoral la del primer anuncio, desde el testimonio que da la comunidad cristiana que acoge a todos, dirigida especialmente a los no creyentes, de los cuales algunos van incorporándose a la Iglesia con la iniciación cristiana y fortaleciendo una comunidad esencialmente misionera.

En el mismo lugar monseñor Zdenek Wasserbauer, del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, presentó a los congresistas los próximos congresos organizados por dicho dicasterio para los meses de septiembre y de noviembre. También informó del proceso de elaboración del nuevo Directorio General de Catequesis, que se encuentra en el momento de las últimas revisiones y aportaciones de expertos por parte del Consejo Pontificio, quedando aún dos pasos finales: la revisión por parte de la Congregación de la Doctrina de la Fe, y las traducciones a una gran cantidad de idiomas.  

¿Cómo acompañar la llamada en la catequesis?


La profesora parisina Isabelle Morel abordó (sábado 1 de junio de 2019) el reto de la pedagogía catequética en el acompañamiento de la llamada. Tras un recorrido por las llamadas del Antiguo Testamento (Abrahán: Gn. 12,1-9, Moisés: Ex. 3, 1-10, Samuel: 1S. 1-10), centró la llamada del Nuevo Testamento en el bautismo, donde ésta se convierte en envío. Los dos movimientos (anterioridad/finalidad de la llamada) son inseparables porque uno no acepta la llamada sino acepta ser enviado. En la catequesis (hacer resonar la Palabra De Dios) hay una responsabilidad implícita: la del catequista que está para acompañar la acogida y la respuesta de la llamada de Dios al catequizando. La ponente propuso dos caminos para afrontar esto, de la mano del maestro del discernimiento (Ignacio de Loyola), y de la mano de un material de catequesis infantil francés llamado “Señor, nos llamas”.


De la pedagogía Ignaciana tomó tres elementos interesantes para la catequesis: la petición de gracia, la contemplación de Cristo en las escenas evangélicas, y las mociones espirituales. Con respecto a la primera, se trata de una oración preparatoria a la oración contemplativa por la que se pide la gracia de que todo esté ordenado al servicio y la alabanza de su Divina Majestad (ES, 46), que requiere una actitud interior de descentramiento. Paradójicamente San Ignacio propone preguntar a Dios “lo que quiero y deseo”. Se trata a la postre de suscitar la disponibilidad para pedirle al Señor la gracia de que mi deseo se convierta en el deseo de Dios mismo. De hecho, Jesús pregunta al ciego Bartimeo: “¿Que quieres que haga por ti?” (Mc. 10, 51). 

Dar espacio a la provocación de la Palabra

En cuanto a la “composición de lugar” de la contemplación evangélica, está tiene como objetivo “reflexionar para sacar provecho” de lo que vemos, de saborear internamente (ES, 2). Cuando en el retiro Ignaciano dejamos que sea la Palabra De Dios la que nos evangeliza, es toda la persona la que es llamada (así son todas las llamadas de Jesús: Mt. 4,14; 8,22; 9,9). Jesús nos llama no a “hacer algo” sino a seguirle a Él, a una vinculación personal entre llamador y llamado. 

Y en cuanto a las tres mociones o movimientos interiores (la que proviene de mí mismo, del buen espíritu o del mal espíritu), su discernimiento es importante para el acompañamiento en la catequesis: el buen espíritu trae consolación, gozo y paz al alma, mientras el mal espíritu trae desolación, desánimo, tristeza, amargura, aislamiento, duda y tentaciones.


En cuanto al método catequético referido, se propone en el una ayuda a abrir el corazón del Señor y prepararlo para escucharlo, siguiendo al apóstol San Pablo en sus diálogos con Jesús y en las diversas historias bíblicas de la Biblia.

Acompañar la llamada a la santidad como llamada a la vida

Bajo el título “Decir sí a la vida: ¿cómo llamar? Un viaje antropológico, teológico y pedagógico”, el profesor François-Xavier Ameherdt, partiendo del concepto de llamada universal a la santidad (Papa Francisco en Gaudete et exsultate,pero antes en Lumen Gentium 5 del Concilio Vaticano II y en Juan Pablo II en Novo millennio ineunte, explicó que se trata de la llamada a ser «justo, es decir, ajustado», como una guitarra que suena ajustada, y por lo tanto, a encontrar la felicidad al estar hambriento y sediento de justicia (la cuarta bienaventuranza, central, en Mt. 5, 6). Una llamada a buscar primero el Reino y su justicia, asegurando que todo lo demás me será dado por añadidura (Mt. 6,33). Una llamada que vale para todo ser humano.

Inspirándose en Paul Ricoeur, el profesor Amherdt propuso este punto de partida antes de abordar las claves antropológicas, teológicas y pedagógicas del acompañamiento a esta llamada: «Que cada uno, hasta el final, se sienta deseoso de existir, hasta el punto de poder, a su vez, comunicar a los demás su deseo de vivir (…) Decir sí a la vida es dar una orientación radicalmente positiva a nuestra existencia. Es articular llamada y vocación-respuesta. Es decir un sí como eco de la iniciativa de Cristo más fundamental que cualquier no, un sí de aprobación tejido de confianza y gratitud, un sí que nos hace entrar en el juego relacional de dar y recibir, un sí testimonio que activa a los demás”. 

La indagación de la llamada como un sí al deseo de vivir

Se trata en definitiva de un sí al «deseo de vivir» a pesar de las decepciones, las angustias y enfermedades. Es hacer de esta aspiración a una «buena vida» un propósito y una promesa que cumplir, según la cual es posible trazar el camino de la existencia y la santidad. Desde esta perspectiva el acompañamiento en la llamada vital se concreta de diferentes maneras, siempre con el deseo «simbólico» de juntar las piezas dispersas de la existencia y darles significado al conferirles cierta coherencia. Ricoeur habla en este contexto de una triple mimesis o imitación de la realidad: la «prefiguración» (mimesis 1), o sea la percepción espontánea a priori de quién soy, dónde estoy; la «configuración» (mimesis 2), que consiste en reunir los elementos y los hechos, releerlos e interpretarlos para integrarlos en un todo coherente; y finalmente la «refiguración / transfiguración» (mimesis 3), es decir, la transformación realizada en mí, gracias a esta operación de reunificación, para poder enfrentar un futuro con nuevas exigencias.

Narrar la vida para soñar la vida

Para ello conviene interrogarse por la identidad llamada «narrativa». El deseo de convertirme en sujeto responsable y libre en el corazón de mi finitud pasa por la narración interminable de lo que estoy llegando a ser (devenir). A la luz del Evangelio, es también tratar de discernir las huellas del Señor en mi vida, incluso en las horas más oscuras. Por otro lado, cada uno necesita de una capacidad innovadora y creativa, compuesta de sus sueños y de la realidad, de sus deseos de experimentar y de los obstáculos encontrados. Y esto no solo para jóvenes (ver Christus Vivit 136-149), sino para cualquier edad y en cualquier situación.

Esto requiere todo un aprendizaje: el de tal aptitud para dejarse transfigurar (por el Espíritu), para juntar lo que en un principio parece incompatible, para saber asumir nuevas y fructíferas responsabilidades ante el surgir de nuevos problemas, para trazar un «proyecto de vida», forma parte de las habilidades necesarias para poder decir sí a la llamada de una vida deseable, sabrosa y sensata. 

En definitiva, “Decir sí a la llamada de la existencia es, por lo tanto, entrar en esta filiación divina que teje nuestra identidad (1 Juan 3,1-2) y poner a los demás en la «vida». El cuidado pastoral y la catequesis son, por lo tanto, del orden del engendramiento a la vida divina, de la cual somos, en cierto modo, los pedagogos y facilitadores”.

La palabra vocación para los jóvenes de hoy

Para Katharina Karl, del Instituto de Pastoral Juvenil Don Bosco (Münster), varios aspectos de la vocación que fueron insinuados en el proceso del Sínodo de los Jóvenes fueron puestos en diálogo con los resultados de los dos estudios empíricos realzados por ella misma entre jóvenes alemanes sobre la vocación: uno sobre la vocación en su sentido religioso entre jóvenes cristianos en discernimiento vocacional; otro entre jóvenes universitarios en general desde una perspectiva profesional y vital. Las conclusiones a las que llega son estas:

  • Para ambos grupos, la vocación es un camino de autodesarrollo y desenvolvimiento. Los religiosos cristianos encuentran esto en el camino del discipulado y en la relación con Dios; para las personas encuestadas del segundo grupo el aspecto religioso sólo es relevante para algunos de ellos. 
  • La vocación es vista por un lado como algo propio, «lo que me corresponde», y por otro lado como un «más»; en ambos grupos de encuesta según su propio modo de ver. 
  • Una motivación social que es fundamental en el concepto de vocación del Sínodo se manifiesta casi exclusivamente en la elección de la vocación, y muy fuertemente en las vocaciones sociales. Entre los religiosos cristianos esto también corresponde a un grupo más pequeño que tematiza este momento en su relato biográfico.

En el diálogo posterior se valoró tanto la pedagogía de San Ignacio de Loyola como la de Paul Ricaeur interesantes en el proceso de acompañamiento catequético, pues ambas favorecen una experiencia y un discernimiento de la llamada de Dios en la que al mismo tiempo se da una fundamentación antropológica profunda (desde el verdadero deseo humano y la opción por la plenitud de la vida), como una fundamentación teológica cristocéntrica, que surge por la provocación de la Palabra de Dios. El estudio sociológico de los jóvenes alemanes permiten valorar la importancia que para ellos tiene la diferencia entre profesión y vocación, a la vez que prevé de la dificultar de entender el valor de la permanencia y de la entrega a los demás que en todo caso comporta.

Reflexiones para el contexto actual de la evangelización en Europa

En el último día del Congreso (domingo 2 de junio de 2019), además de la elección y/o renovación de los cargos en la Asamblea General de los socios del Equipo Europeo de Catequesis, en la que fue reelegido con amplía mayoría el presidente Stjin Van den Bossche, y conformada la nueva junta directiva, el profesor de Teología de Palermo Carmelo Tocrcivia dio una breve ponencia de conclusiones del Congreso, dividida en dos partes bien diferenciadas: el resumen de los trabajos, por un lado, y su propio análisis en el que desarrollo varios “problemas en juego y posibles perspectivas”  

Para la síntesis del Congreso planteo la necesidad de entender sus trabajos en tres claves de lectura: el contexto histórico-eclesial contemporáneo, la reflexión sobre el paso de la vocación a la llamada, y el desafío para la catequesis del acompañamiento a la llamada. Estas son las principales ideas de estos tres enfoques:

Abrir la puerta a los buscadores de Dios

Explicó el profesor Torcivia que “en un contexto fuertemente secularizado es posible encontrar muchas personas que buscan («buscadores») y el nacimiento de muchas experiencias significativas de cristianismo «abierto» capaz de implicar a los jóvenes, cuando la evangelización no es adoctrinamiento sino inculturación, cuando no hacemos guerras culturales pero captamos en profundidad las exigencias de la cultura contemporánea, cuando no hacemos ideología sino que trazamos serios caminos de investigación común”.

Para ello “no debemos pensar en una Iglesia estructurada como una comunidad paralela a la sociedad (que genera sectas), sino en una Iglesia que abre sus puertas a los muchos «buscadores», para lo que hace falta a su vez “distanciarnos claramente, por una parte, del liberalismo extremo y, por otra, del secularismo y el fundamentalismo cristianos. La mayor amenaza hoy es un nacionalismo y un populismo que abusa de los símbolos cristianos”.

Las dimensiones de la reflexión sobre la llamada

El paso de la «vocación» religiosa a la «llamada» antropológica responde a una investigación/reflexión: 

  • Antropológica: “que pone la llamada a la vida como fundamento para el descubrimiento de un ser humano ya no atornillado en los meandros de una subjetividad auto-referencial y fragmentada, sino que es alcanzado por una llamada que lo precede y lo desafía en el camino de la asunción de responsabilidad y compromiso, precediendo también a cualquier camino necesario de autoconciencia”;
  • Teológica: el significado de la llamada “que aprovechando la lección de la secularización, ha abandonado los esquemas sagrados y «mágicos» del pasado y está en camino de seguir a Jesucristo, entendido como un redescubrimiento del camino de la plenitud de la humanidad (gloria Dei homo vivens: San Ireneo de Lyon), vivió en profunda solidaridad existencial con cada hombre y cada mujer y en compañía de cada uno de los últimos de esta tierra (último entendido en los significados social y moral)”;
  • Teológico-espiritual, pues “frente a la gratuidad de la llamada /vocación que da nombre a todas las cosas y propone una tarea / misión más allá de todo mérito, implica la puesta en juego de la libertad en relación con la decisión a la que está llamada la persona humana, por lo tanto, va mucho más allá de una perspectiva resuelta sólo en una respuesta oportuna y de tipo mecanicista”;
  • Catequética, “que considera importante trasladar el ejercicio de sus reflexiones del ámbito eclesial al antropológico, es decir, a la búsqueda de un ser humano que descubra impregnado de llamada-vocación”;
  • De la pastoral juvenil “en la medida en que la Iglesia tiene el deseo de llegar a todos los jóvenes y de llegar a ellos desde una perspectiva vocacional, evitando así cualquier deriva subjetiva centrada todavía en la búsqueda del sentido de la propia vida en favor de una existencia en la que uno se pregunte qué significa entender la propia vida como un vivir para lo que se vive«.

Los desafíos para la catequesis

El acompañamiento de la llamada tiene como tema una catequesis que: 

  • es escuchar profundamente, “incluso en la forma concreta de la mediación del catecismo, lo que la tradición espiritual-eclesial (originalmente de la enseñanza de los Padres del desierto y luego fusionada con la de San Ignacio de Loyola) nos da sobre la pedagogía de acompañar al creyente para una plena conciencia espiritual”. Pero “esta importante línea pedagógica choca desgraciadamente hoy con dos problemas importantes: la dificultad de comprender y, por tanto, de vivir un tiempo específico en el que hay que aprender con calma, sin dejarse dominar por la prisa de todo y de inmediato, y la observación de una gran y difundida pobreza de formación, entendida a todos los niveles, que caracteriza a los catequistas”; 
  • refiriéndose también a lo propuesto tanto por la reflexión de Ricoeur como por la pastoral del engendramiento, “atesora la orientación radicalmente responsable de la existencia humana, gracias a la cual, a pesar de todo no posible, no renuncia a la confianza en las promesas de las que está impregnada la vida del hombre y dice a esta misma vida, que siempre merece ser vivida y que, por lo tanto, está entrelazada con el camino de santidad dado por Dios”;
  • aún ante los diferentes rostros que la fragilidad, la liquidez y la tragedia asumen en la existencia humana, “encuentra en el camino narrativo, ético y poético la triple declinación de la búsqueda de una «configuración» unitaria de todos los elementos dispersos y fragmentados de la existencia concreta de cada persona humana, que siempre juega a recibir y darse a sí misma la asunción responsable y plena de la realidad”. 

Abandonar la perspectiva clerical

En cuanto a los problemas en juego y las posibles perspectivas, el profesor Torcivia dijo que el trabajo realizado en este Congreso plantea dos problemas importantes para los catequistas y para la Iglesia: el abandono, ojalá ya definitivo, de toda perspectiva clerical en las prácticas y reflexiones vocacionales; y el paso de la atención catequística de la vocación a la llamada, tanto a nivel del objeto de investigación como a nivel de las perspectivas de investigación.

En cuanto al primer problema, tras disertar sobre la diferencia entre los conceptos cum-moenia y cum-munus, en el origen del concepto de comunidad, abogó por que ésta se entendida  como “un todo abierto, incluso a posibles otros que la enriquecerán, y no tiene muros que la protejan”. Por otro lado, dijo que “junto a la necesaria atención a la formación de los catequistas, será necesario retomar conjuntamente el discurso sobre el ejercicio concreto de su ministerio. Por tanto, debemos pedir a la Iglesia que se atribuyan muchos más puestos de responsabilidad a los laicos y, en particular, a las mujeres. Mientras uno se enfrente a una sobreabundancia clerical en el ejercicio de sus deberes, ¡no puede esperar un cambio de mentalidad!”.

Dejar espacio a la antropología

En cuanto al desplazamiento del interés de lo eclesial a lo antropológico, hay que reconocer que se trata de un compromiso importante para la comunidad catequística. Además, explicó que “hay que tener en cuenta que la antropología no puede ser considerada como una premisa para partir y luego realizar otras consideraciones. La antropología es un lugar donde se puede encontrar la verdad del hombre y también de Dios, por todo lo que le pertenece en la relación que tiene con el hombre”. Ahora bien, “esta hermosa conciencia contemporánea de la antropología no quiere ser utilizada por los teólogos y catequistas con fines apologéticos, como una especie de nuevo lugar donde puedan descubrir algunas de las constantes del ser humano que obligan a todos los hombres a reconocerlas. En este sentido, es necesario recordar la necesidad de un enfoque hermenéutico pluralista, ejercido desde el inicio de la investigación antropológica. Es la hermenéutica, en efecto, la que da vida a todo lo que aparece como una constante antropológica, porque apuestan por los significados plurales contenidos en esa misma constante”. 

Diferenciar llamada y vocación

Finalmente, en cuanto a la distinción entre llamada y vocación, si bien “ha hecho que la esfera antropológica sea independiente de la esfera religioso-eclesial, uno se pregunta cuál debería ser la contribución específica que se dan unos a otros, respetando su propia autonomía. Sin duda, la llamada pide una vocación que inserte y relea sus temas, desde los inherentes al seguimiento de Jesús y a los aspectos comunitarios y ministeriales de la Iglesia, a la luz de los más generales, y por lo tanto fundamentales, de la estructura dialógica-patrocinadora, que revelan profundamente la existencia humana e incluso de las criaturas. Por otra parte, la vocación da a la llamada la importante contribución de una pluralidad de tradiciones espirituales, métodos pedagógicos, itinerarios catequéticos que pueden ayudar a clarificar algunos de los problemas de la llamada, inherentes a su estructura”.

Próximo encuentro del Equipo Europeo de Catequesis

Por último se hicieron propuestas (que luego fueron votadas) de temas para el próximo encuentro europeo de catequesis, a celebrar en el año 2021 en Bélgica. Las propuestas fueron las siguientes: la cuestión del lenguaje (necesidad de hallar un nuevo y más fácil lenguaje que la gente hoy puede entender, y la necesidad de introducir el lenguaje de la fe); Catecumenado y matrimonio (matrimonio e iniciación cristiana); relación entre catequesis y liturgia (¿son aptas las formas litúrgicas para una catequesis que busque comunicar la vida?; Catequesis en la era de Facebook y Skype; Nuevo Directorio; Espiritualidad de la catequesis y de los catequistas, Tele-realidad y Catequesis. La más votada fue la relación entre liturgia y catequesis. 

Manuel María Bru Alonso